Una celda electrolítica es un dispositivo electroquímico que utiliza una corriente eléctrica para inducir reacciones químicas no espontáneas. Se compone de dos electrodos sumergidos en una solución conductora llamada electrolito.
En una celda electrolítica, el electrodo conectado al polo positivo de la fuente de corriente se llama ánodo, mientras que el electrodo conectado al polo negativo se llama cátodo. Durante el funcionamiento de la celda, los iones presentes en el electrolito se mueven hacia los electrodos debido a la atracción eléctrica.
En el ánodo, ocurre una reacción de oxidación donde los átomos o iones pierden electrones y se convierten en especies cargadas positivamente llamadas cationes. Estos cationes se desplazan hacia el cátodo a través del electrolito.
En el cátodo, ocurre una reacción de reducción donde los cationes ganan electrones y se convierten en átomos o iones neutros. Estas especies químicas formadas en el cátodo pueden ser productos deseados de la reacción.
La corriente eléctrica suministrada a la celda electrolítica impulsa las reacciones químicas no espontáneas al proporcionar la energía necesaria para que ocurran las reacciones de oxidación y reducción. El tamaño de la corriente eléctrica y la duración de la electrólisis influyen en la cantidad de productos formados.
Las celdas electrolíticas tienen diversas aplicaciones industriales, como la electroobtención de metales, la producción de productos químicos, la electrosíntesis orgánica y la electrólisis de agua para generar hidrógeno y oxígeno. También se utilizan en procesos electrolíticos para el recubrimiento de metales, la refinación de metales y la recuperación de materiales valiosos.