En química, el término "capilar" se refiere a un fenómeno físico relacionado con la interacción de un líquido con una superficie sólida. Un capilar es un tubo o conducto extremadamente delgado y estrecho, con un diámetro interno pequeño, que permite que un líquido ascienda o descienda por acción de las fuerzas capilares.
Las fuerzas capilares son el resultado de las interacciones entre las moléculas del líquido y las moléculas de la superficie sólida del capilar. Estas interacciones pueden ser de dos tipos: cohesivas y adhesivas. Las fuerzas cohesivas son las que mantienen unidas las moléculas del líquido entre sí, mientras que las fuerzas adhesivas son las que se establecen entre las moléculas del líquido y las del sólido.
Cuando las fuerzas adhesivas son mayores que las cohesivas, el líquido tiende a ascender por el capilar. Esto se conoce como ascenso capilar. Por el contrario, cuando las fuerzas cohesivas son mayores que las adhesivas, el líquido tiende a descender por el capilar. Esto se conoce como descenso capilar.
El ascenso o descenso capilar en un capilar se puede describir utilizando la ley de Jurin, que establece que la altura a la que el líquido asciende o desciende es inversamente proporcional al diámetro del capilar y directamente proporcional al ángulo de contacto entre el líquido y la superficie sólida del capilar.
Los capilares tienen una amplia variedad de aplicaciones en química y otras disciplinas. Por ejemplo, se utilizan en cromatografía para separar mezclas de compuestos, en electroquímica para llevar a cabo experimentos en pequeña escala, en análisis clínicos para medir la concentración de diferentes sustancias en muestras de sangre o en la absorción y distribución de líquidos en tejidos biológicos.