Música: lo que el alzhéimer nunca puede vencer

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A pesar de la devastación que provoca esta enfermedad en el cerebro y, en particular, en la memoria, una gran parte de los enfermos conserva sus recuerdos musicales aún en las fases más tardías. Ahora, un estudio señala las posibles causas de este fenómeno: la música la guardamos en áreas cerebrales diferentes de las del resto de los recuerdos.

El lóbulo temporal, la parte del cerebro que va desde la sien hasta la zona posterior del oído es, entre otras cosas, la “discoteca” de los humanos. Ahí se gestiona nuestra memoria auditiva, canciones incluidas. Estudios con lesionados cerebrales apoyan la idea de que guardamos la música en una red centrada en esa zona. Sin embargo, el lóbulo temporal también es el que sufre antes los estragos del alzhéimer. ¿Cómo se explica entonces que muchos enfermos no sepan ni su nombre ni cómo volver a casa pero reconozcan aquella canción que les emocionó décadas atrás? ¿Cómo algunos pacientes son incapaces de articular palabra alguna y, sin embargo, llegan a tararear temas que triunfaron cuando ellos todavía podían recordar?

Para intentar responder a esas preguntas, investigadores de varios países liderados por neurocientíficos del Instituto Max Planck de Neurociencia y Cognición Humana de Leipzig (Alemania) realizaron un doble experimento. Por un lado, buscaron qué zonas del cerebro se activan cuando oímos canciones. Por el otro, una vez localizadas, analizaron si, en los enfermos de alzhéimer, estas áreas cerebrales presentan algún signo de atrofia o, por el contrario, resisten mejor a la enfermedad.

Para localizar dónde guarda el cerebro la música, los investigadores hicieron escuchar a una treintena de individuos sanos 40 tripletas de canciones. Cada trío estaba formado por un tema muy conocido y mezlcado, de las listas de éxitos desde 1977 y música tradicional alemana. Las otras dos canciones eran, por estilo, tono, ritmo o estado de ánimo, similares a la primera, pero las seleccionaron de entre los “fracasos” musicales, que no fueran conocidas.

Muchos enfermos no saben ni su nombre pero reconocen las canciones que les emocionaron. Tal como explican en la revista Brain, el diseño del experimento se basaba en la hipótesis de que la experiencia de oír música es, para el cerebro, diferente de la de recordarla y en ambos procesos intervienen redes cerebrales diferentes. Durante las sesiones, la actividad cerebral de los voluntarios fue registrada mediante la técnica de imagen por resonancia magnética funcional (FMRI). Comprobaron que la música se aloja en zonas del cerebro diferentes de las áreas donde se guardan los otros recuerdos.

“Al menos, los aspectos cruciales de la memoria musical son procesados en áreas cerebrales que no son las que habitualmente se asocian con la memoria episódica, la semántica o la autobiográfica”, dice el neurocientífico del Max Planck y coautor del estudio, Jörn-Henrik Jacobsen. “Pero hay que ser muy cauteloso cuando afirmamos algo tan absoluto como esto”, añade prudente. En concreto, las zonas que mostraron mayor activación al rememorar las canciones fueron el giro cingulado anterior, situado en la zona media del cerebro, y el área motora presuplementaria, ubicada en el lóbulo frontal.