Científicos españoles alargan un 65% la vida de los ratones
Es ciencia básica y se ha llevado a cabo en animales de laboratorio, pero si el experimento publicado ayer en la revista Nature Cell Biology llegara a replicarse en seres humanos, se podría pensar en un escenario en el que la esperanza de vida de un español medio alcanzara los 135 años. Un incremento del 65% en la esperanza de vida de ratones es precisamente lo que ha conseguido un equipo de la Universidad de Oviedo y lo ha hecho gracias a dos moléculas experimentales que ya se están probando en humanos para la leucemia mieloide crónica (epz-5676 y epz-4777).
El primer firmante del trabajo, Fernando García Osorio, explica a ELMUNDO que, lejos de emular a Ponce de León y su búsqueda del elixir de la eterna juventud, su trabajo va dirigido a un grupo de enfermedades raras y sin tratamiento en la actualidad, las asociadas al envejecimiento prematuro.
Dos de estas patologías son el síndrome de Néstor – Guillermo y el de Hutchinson – Gilford. El aspecto de sus pacientes humanos es muy llamativo, ya que envejecen y mueren -normalmente por patología cardiovascular- mucho antes de llegar a la mayoría de edad. García comenta que su equipo, dirigido por el catedrático de Bioquímica y Biología Molecular Carlos López – Otín, trabaja desde hace años en este asunto con unos ratones diseñados específicamente para averiguar más sobre esta enfermedad. “Los ratones normales viven una media de tres años, mientras que los participantes en estos experimentos lo hacen por cuatro meses y no hay que esperar tanto para registrar un incremento de la esperanza de vida como el que hemos demostrado”, apunta.
Previa a la identificación de la acción ‘rejuvenecedora’ del medicamento, los investigadores se centraron en el proceso de reprogramación celular registrado en estos ratones con envejecimiento prematuro e identificaron un nuevo mecanismo molecular alterado en estos casos. En concreto, se trataba de una hiperactivación de procesos inflamatorios celulares y, dentro de ella, se identificó un componente esencial de la respuesta inflamatoria implicada en este proceso, la proteína DOT1L que, según demostraron, tiene la capacidad de regular distintos genes implicados en el proceso de reprogramación celular y bloquear la formación de células madre iPS.
El siguiente paso fue buscar una opción para inhibir esa acción y ahí fue cuando entraron en juego las dos moléculas ensayadas. “Son fármacos de última generación que tienen pocos efectos fuera de diana”, subraya García.
López – Otín resume así la importancia del trabajo: “La superación de esta barrera mediante inhibidores de DOT1L nos ha permitido reprogramar o rejuvenecer hasta un estado casi embrionario y de manera muy eficiente, células de pacientes con envejecimiento acelerado o de individuos sanos de más de 90 años. Además, hemos podido validar in vivo estos estudios y extender sustancialmente la longevidad de ratones con envejecimiento prematuro”.
La siguiente pregunta, aunque ajena a un laboratorio de investigación básica, es obvia. ¿Podrían replicarse estos estudios en humanos? Tras dejar claro que no es algo que vayan a hacer ellos, García señala como viable esta posibilidad. ” Creemos que el ratón es un buen modelo de esta enfermedad en humanos por su similitud por lo que, en teoría, se podría plantear un ensayo clínico”, comenta.
Otro punto interesante del trabajo es que este efecto rejuvenecedor no solo se ha visto en los ratones afectados por la enfermedad sino también, de forma secundaria “y sin ser el objetivo principal” en animales sanos con envejecimiento normal, usados como control. Esto abriría la puerta, según García, a probar el efecto de los medicamentos en otras patologías asociadas al envejecimiento. “No hay nada iniciado”, puntualiza el investigador.
En la misma línea, el co-director del trabajo, José María Pérez Freije, afirma en un comunicado que puesto que los inhibidores de DOT1L están siendo empleados para el tratamiento de algunos tipos de leucemia, “es posible que se puedan ensayar en pacientes con progeria en un futuro próximo , solos o en combinación con otros agentes terapéuticos”.
Para López – Otín, el estudio tiene otra implicación más generalista y es que se trata de “un paso más en la consolidación de la idea de la enorme plasticidad de la longevidad”. El catedrático pretende dejar muy claro que su prioridad “no va dirigida a extender la longevidad humana de manera irreflexiva o banal, sino a intentar encontrar respuestas a las enfermedades asociadas al paso del tiempo”. “Nuestro compromiso de utilizar este conocimiento para ayudar a los pacientes de envejecimiento prematuro sigue siendo máximo”, subraya.
El trabajo recién publicado se inició en el año 2011. “Hemos pasado este tiempo asegurándonos de que el trabajo podía replicarse y de ahí su publicación en una revista importante”, concluye por su parte García Osorio.