Analizan la evolución de las emisiones contaminantes de los vehículos
Una investigación de la Universidad de Aveiro (Portugal) ha revelado que las emisiones contaminantes de los vehículos nuevos se han ido reduciendo en los últimos años gracias a las restricciones legales y a las mejoras tecnológicas. Sin embargo, los autores del estudio, denominado Proyecto URBE, advierten de que muchos otros elementos nocivos para la salud y para el medio ambiente son indetectables con los métodos actuales.
La Unión Europea establece que todos los automóviles deben respetar unos valores máximos de emisión, especialmente con respecto a monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno, hidrocarburos y partículas. Los catalizadores, los filtros de partículas y los sistemas de recirculación de los gases de escape han hecho descender las emisiones de forma significativa, además de que los fabricantes han conseguido reducir el consumo de combustible.
En definitiva, en los últimos años la imposición de límites estrictos y las mejoras tecnológicas han tenido efectos muy positivos que los investigadores de la Universidad de Aveiro han podido comprobar en este estudio al analizar coches vendidos entre 2000 y 2014, denominados por la normativa europea para vehículos ligeros como Euro 3, Euro 4 y Euro 5, en orden de antigüedad.
Por ejemplo, “los últimos vehículos diésel equipados con filtros tienen emisiones insignificantes de partículas”, señala en declaraciones a DiCYT Célia Alves, investigadora del Centro de Estudios del Medio Ambiente y del Mar (CESAM, por las siglas en portugués del Centro de Estudos do Ambiente e do Mar) de la Universidad de Aveiro.
Esto no significa que los nuevos vehículos no sean contaminantes, sino que “hay que repensar las metodologías de medición”, ya que el sistema actual consiste en colocar un filtro de muestreo que se pesa para cuantificar la masa de partículas emitidas. Este método “ya no tiene sentido” porque la combustión de los motores genera partículas tan diminutas que son difíciles de detectar debido a su pequeña masa pero que tienen una gran capacidad de penetración en los alveolos pulmonares, perjudicando gravemente la salud.
Destacan los hidrocarburos aromáticos policíclicos asociados a las partículas, potencialmente cancerígenos, sobre todo en los vehículos de categoría inferior a Euro 4, que constituyen un porcentaje significativo de los que se encuentran en circulación. Entre ellos hay compuestos volátiles, como el naftaleno, que presentan emisiones altas en los automóviles más antiguos. “Estos compuestos volátiles tienen un menor potencial cancerígeno pero sus emisiones son más altas, así que en realidad el riesgo para la salud es mayor”, señala la experta.
Por otra parte, este trabajo permitió comprobar que los vehículos que no están sometidos a revisiones mecánicas regulares no cumplen con los límites de emisión de la categoría a la que pertenecen, de manera que los Euro 4 y Euro 5 pueden ser más contaminantes que otros más antiguos sin el mantenimiento adecuado, una situación que los investigadores consideran preocupante ante la situación económica actual.
El estudio también indica cómo se comportan los distintos tipos de vehículos. En los más antiguos, los diésel son más contaminantes que los de gasolina, mientras que los coches más modernos esas diferencias se desdibujan. Además, la conducción en ciudades provoca entre tres y cuatro veces más emisiones que la de carretera y las aceleraciones y las grandes velocidades son las fases en las que la contaminación que emite un vehículo más se acentúa.
Célia Alves recuerda que varios estudios han relacionado la exposición continuada a niveles de partículas ambientales elevados con una reducción de la esperanza de vida. Por ejemplo, entre la categoría general de “partículas” que emite un coche está el hollín en forma sólida y líquida, que puede causar problemas cardiopulmonares e incluso cáncer.
Asimismo, desde el punto de vista del medio ambiente tampoco hay que olvidar que los combustibles fósiles emiten metano, óxido nitroso, CO2 y otros elementos que “directa o indirectamente contribuyen al efecto invernadero”.
La investigación, publicada en la revista científica Environmental Science and Pollution Research, contribuye a esclarecer los riesgos que aún representan los vehículos para la salud y para el medio ambiente, ya que son la principal fuente de contaminación atmosférica en ambientes urbanos. Además, desde el punto de vista científico, permite construir modelos propios de emisiones contaminantes en el Sur de Europa. Estos modelos tratan de identificar y cuantificar las emisiones responsables de la polución en el aire. Sin embargo, la mayor parte de esta información toma como referencia Estados Unidos, donde la cilindrada de los vehículos y la proporción de coches de gasolina son mucho mayores que en Europa.
El trabajo ha sido financiada por la Fundación para la Ciencia y la Tecnología de Portugal y, a partir de ahora, el objetivo de los investigadores es ampliarlo a los vehículos pesados y las motocicletas, así como a otros elementos contaminantes que nunca se han tenido en cuenta al evaluar la contaminación que provoca el tráfico, por ejemplo, el desgaste de los neumáticos. (Fuente: José Pichel Andrés/DICYT)