Vuelta por el universo

Pagina 12 / Fotos de Guido Piotrkowski
El Infiernillo es la división de los cielos, una cortina de nubes, una barrera invisible que detiene la humedad de la selva tucumana y la deja suspendida en los cerros de Tafí del Valle. Al transitar este paso montañoso ubicado a 3200 metros de altura, luego de atravesar el sinuoso y ascendente camino desde Tafí para comenzar el descenso hacia la franja árida de los Valles Calchaquíes, se abre la senda a un cielo siempre diáfano, bajo el cual se extiende un desierto infinito de cardones, uno de los mejores rincones del norte argentino para la contemplación de los astros, un paraje ideal para dormir bajo un manto de estrellas.
Es por eso que hace treinta años, en las puertas del diminuto poblado de Ampimpa, se instaló una estación científica para seguir al cometa Halley, el otrora famoso asteroide que poco antes del año 1986 despertó la curiosidad de la comunidad astronómica mundial y la inquietud de la humanidad. Muchos vislumbraban, en su cola de fuego, una amenaza latente para la Tierra, muchos creyeron que el fin del mundo se acercaba a la misma velocidad de aquel barrilete que viajaba incendiado por los agujeros negros del universo. Así nació el Observatorio Astronómico de Ampimpa, como parte de la red International Halley, que tenía como objetivo seguir al cometa desde dos años antes de su acercamiento a la Tierra hasta dos años después de su alejamiento.
Pasado el furor y el temor por el cometa con más prensa que se haya aproximado a nuestro planeta, el observatorio se transformó en una institución que, sin perder de vista su origen científico, le sumó una impronta educativa y le encontró su veta para el turismo, siempre ávido de nuevas experiencias.
Los cielos de los Valles Calchaquíes, 320 días despejados y un manto de estrellas ideal para la observación astronómica.

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