El carbón activado, también conocido como carbón activo o carbón activado poroso, es un material poroso derivado del carbón común (carbón mineral, cáscara de coco, madera, etc.) mediante un proceso de activación química o física. Se caracteriza por tener una estructura altamente porosa y una gran área superficial, lo que le confiere propiedades únicas en términos de adsorción y purificación.
La activación del carbón común implica someterlo a altas temperaturas (activación térmica) o tratarlo con agentes químicos como ácidos o bases (activación química). Estos procesos eliminan los componentes volátiles y generan una red tridimensional de poros y cavidades en la estructura del carbón, aumentando significativamente su área superficial.
El carbón activado tiene la capacidad de adsorber moléculas y compuestos gaseosos, líquidos y sólidos en su superficie porosa. Esta adsorción se produce debido a las fuerzas de atracción entre las moléculas adsorbentes y las moléculas o partículas presentes en el carbón activado. El material adsorbido se adhiere a los poros y cavidades del carbón, lo que resulta en la purificación o eliminación de impurezas, contaminantes, olores y compuestos no deseados del medio ambiente.
El carbón activado se utiliza en una amplia variedad de aplicaciones, como la purificación de agua potable, la eliminación de compuestos orgánicos y contaminantes en tratamientos de aguas residuales, la purificación de aire y gases, la filtración de productos químicos y farmacéuticos, la remoción de toxinas en la medicina, la desodorización de alimentos y bebidas, y la recuperación de productos químicos en procesos industriales, entre otros.
Debido a su estructura porosa y su capacidad de adsorción, el carbón activado es considerado un material de gran importancia en la química y la industria para la purificación y tratamiento de diversas sustancias y medios.